A
menos de un mes del comienzo de clases en la Universidad de Puerto Rico,
recinto de Río Piedras; es escalofriante e indignante tener ya 7 alertas de
seguridad. Con los portones abiertos
siempre, y más de 14,000 personas transitando el campus a diario, ¿tan ilógico
es pedir más seguridad para nosotros el estudiantado y los profesores?
Hace
unas semanas, a una compañera y su amiga las asaltaron a plena luz del día en
la Facultad de Humanidades. A otro muchacho lo asaltaron esperando a su novia
frente al edificio de Música. Hoy, miércoles 9 en la noche, le espetaron una
jeringuilla a una estudiante en el estacionamiento de Ciencias Naturales, que
se defendió con pepper spray en medio de un asalto. Es insólito tener que
caminar con la ‘perse’ dentro de tu propia Universidad, por miedo a que te
asalten lo poco que tienes. ¿Ellos
piensan que nosotros los estudiantes tenemos un árbol que nos da dinero cada
vez que se puede? ¡Ojalá que sea cierto, porque me pongo a buscarlo yo también!
No tengo beca, y lo poco que tengo ha sido el sacrificio de mis padres por
darme las herramientas para tener una exitosa carrera universitaria. Tener o no tener beca, nosotros y nuestras
familias hacemos de tripas corazones para poder tener lo que tenemos. ¿Acaso el sacrificio de
nosotros merece ser tronchado por unos sin vergüenzas que prefieren el camino fácil por no joderse por lo suyo? ¿Y nuestra
paz, dónde quedó?
Pronto saldrá alguien diciendo que es mi
culpa por tener un horario tan tardío. Es fácil decir “escoge tus clases más
temprano”, pero amigo, usted no sabe la historia de cada estudiante. Algunos
trabajan o cuidan a un familiar durante el día, siendo el único momento para
estudiar por la tarde o por la noche. Todos tenemos una historia diferente:
tenemos laboratorios, investigaciones que cogen mucho tiempo, exámenes para
estudiar. Pasamos demasiado tiempo en la Universidad, dedicando nuestro mayor
esfuerzo a nuestros estudios, para que venga una escoria a interrumpirlo, como
el viejo verde (ya decirle hombre es un poco vergüenza) que se masturba observando a muchachas en la
Biblioteca Lázaro.
No sé en qué rayos piensa los guardias
universitarios. Tal vez si se dedicaran a la seguridad de los estudiantes de
igual manera como hacen dejando “tickets” en los carros o jugando dominó en su oficina, pudiera ser
que tuviéramos una diferencia. Una
simple escolta a nuestros carros por la noche no es suficiente para atender el
problema en el Recinto. Para hacer un concierto de apertura para los
estudiantes rápido lo ponen bonito ¿y más allá de eso que hay para los
estudiantes? Son ya 7 alertas de seguridad perturbadoras, pero si esas asustan
de por sí: imagínese todas las que no han sido publicadas. La Universidad no me
garantiza la seguridad fuera de ella, seguro. Pero es mi derecho tener
seguridad dentro de ella.
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